Me encanta hacerme mal. Lo confirmé hoy cuando me levanté y vine directamente a la computadora, a escarbar por todos lados algún recuerdo
tuyo, algo con lo que pudiera comprobar que estuviste ahí conmigo en algún momento y que me quisiste (o que me lo decías, por lo menos). Y lo encontré.
Un par de letras naranjas me volvieron a acelerar el corazón y me robaron un par de lágrimas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario